La pasada primavera asistimos al triste espectáculo de un ejercicio de gobierno municipal basado en la imposición y no en el diálogo con el Colegio San Antonio y con los vecinos de Miralbueno afectados por las expropiaciones. Una operación urbanística que supone una agresión y una falta de sensibilidad para unos vecinos de la ciudad y para un centro que desempeña una insustituible labor social en la ciudad en la que se atienden a decenas de niños con diversos tipos de discapacidad física. Y todo ello motivado por la sinrazón del alcalde y su concejal de urbanismo en obtener apresuradamente unos suelos para viviendas protegidas.
Nuestra postura en aquel momento fue muy clara: la expropiación es absolutamente innecesaria y arbitraria porque en Zaragoza hay actualmente suelo para más de 32.000 viviendas protegidas que en las anteriores legislaturas populares se impulsaron en proyectos como Parque Goya, Arcosur, Valdespartera, etc. Con los cupos anuales para viviendas de protección oficial, nuestra ciudad sólo puede construir, a lo sumo, 2.000 anuales, de manera que el Consistorio dispone de solares para los próximos veinte años, como mínimo. Entonces, ¿a qué vienen las prisas por expropiar esos terrenos?
Casi un año después, el juzgado número 2 de lo contencioso administrativo ha dictado un auto por el que se estima el recurso de la Confederación Hidrográfica del Ebro, en el sentido que se suspenda de forma cautelar la expropiación en las fincas de la Confederación puesto que “la finalidad de la expropiación no es la realización de una obra o servicio de interés inmediato para la ciudad”.
El urbanismo cívico que yo quiero para Zaragoza nada tiene que ver con esta forma de hacer política urbanística. La ciudad de la vanguardia en la que creo, es una ciudad habitable en la que se prime el interés general y el bienestar de sus ciudadanos, pero nunca el perjuicio a los zaragozanos ni a las entidades, como el Colegio San Antonio, que son la verdadera expresión de una ciudad abierta que se compromete con una sociedad más justa.