He recibido la revista “Anchomundo” que es la revista que, cada tres meses, nos trae los ecos de las misiones escolapias en el mundo y en la de este mes de diciembre, junto a los ecos de Filipinas, Camerún, México, Senegal o la India, hay un artículo muy curioso del padre José Antonio Gimeno Jarauta que es el director de la revista. Es un relato en el que explica cómo se enfrentaron –por envidias y celos- la raíz, el tronco y las ramas de un frondoso árbol que era orgullo del bosque, refugio de caminantes y hogar de los pájaros que anidaban en él. Cuando todos se dijeron lo importantes que eran y criticaron a los demás por no reconocerles su supremacía, decidieron vivir solos a partir de ese momento.
Y, claro está, el árbol comenzó a secarse cuando las raíces no aportaron agua, las hojas oxígeno y el tronco dejó de conectar todo. El gran árbol del bosque fue abandonado por los pájaros, los humanos no pudieron gozar de su sombra, todos le miraban entristecidos. Y cuando la muerte comenzó a recorrer sus entrañas; las raíces, las hojas y el tronco, entendieron que habían tomado una mala decisión y decidieron enterrar los individualismos y las envidias. Las raíces volvieron a chupar de la tierra, el tronco recobró su vida y las hojas comenzaron a reverdecer. Así es la vida, así es todo en la vida. Si vamos construyendo nuestra andadura sobre la envidia y la deslealtad, vamos camino de la muerte, porque lo único que asegura el futuro es la generosidad y la certeza de que nadie es más que nadie. Los escolapios, esa vieja orden que nos enseñó a muchos a vivir pisando el suelo y respetando el mundo, vuelven a darnos un motivo de reflexión ante la Navidad.
Este viaje que me permitió volver a compartir un rato con mosen Regino Alastrué, lo he realizado para acercarme a Siresa con el fin de participar en el redaje de un programa de Informe Semanal, en el que me habían pedido colaborar como estudioso del Patrimonio Cultural. Un informe que hablará de Eric el Belga y los robos que realizó en tierras altoaragonesas entre los meses de agosto y diciembre de 1979, comenzando con las tablas de San Pedro de Siresa y concluyendo con el destrozo que se cometió en la antigua catedral de Roda de Isábena, resultado del cual se produjo la destrucción y el despiece de la Silla de San Ramón, un atentado al arte y al sentido común que yo nunca le podré perdonar ni como ciudadano ni como estudioso del arte, aunque otros responsables le hayan podido perdonar, supongo que solamente guiados por la caridad evangélica.
Ya han aprobado el tranvía y anuncian que la broma nos va a costar cuatrocientos millones de euros. Lo que no dicen es que son los primeros, puesto que habrá que levantar toda la ciudad, cambiar las infraestructuras de vialidad y además alterar toda la red de semáforos. Y uno todavía tiene humos para preguntarse: ¿Para qué? Pues para que al final los coches tengan mayores problemas para circular, para que –como denuncian asociaciones de ecologistas de muchas ciudades españoles– se mande más contaminación desde los coches que se verán obligados a frenar continuamente, para que la ciudad vea rotos sus ejes de conexión este-oeste, el casco quede aislado y convertido en una isla condenada a ser espacio excluido, para que el Mercado Central pierda su ventajosa accesibilidad y el mundo procesional entre en la dinámica de aquel cofrade sevillano que metió el dedo gordo en la vía y cuando el Hermano Mayor le recrimina porque no tuerce para la Iglesia, le contesta aquello de “Yo me tengo que ir necesariamente a cocheras”.
Una de las cosas que siempre me ha parecido inaceptable es el dispendio económico que provocan las improvisaciones, las prisas y la falta de sentido común. Una cuestión que adquiere mayor gravedad cuando se carga ese dispendio –llamémosle “tirar el dinero”– sobre los demás, en este caso sobre el bolsillo de los ciudadanos. Y este es el caso de lo que ocurre en el antiguo Club Náutico, tema sobre el que tantas veces he hablado y del que tantas veces he denunciado las irregularidades producidas allí, como testimoniarán para el futuro las páginas de la prensa local.
En estos días en los que estamos viviendo el debate de los presupuestos municipales que ha presentado el gobierno municipal de Belloch, hay que destacar algunas cuestiones que me parecen fundamentales y que pasan muchas veces desapercibidas, sobre todo para aquellos que sólo entienden el debate presupuestario como el ejercicio de denunciar y contabilizar si esta partida se ha incrementado o si han quitado aquella otra.
Es conveniente el ir teniendo una idea clara de lo que se avecina en los próximos meses y de lo que se avecinará en los próximos años, sobre todo, si queremos ir luchando contra la grave crisis económica que nos ha tocado vivir.
Estamos viviendo estas últimas semanas la presencia informativa de ese Fondo Estatal de Inversiones, con el que el gobierno del señor Rodríguez Zapatero pretende potenciar el empleo en los municipios de España, a los que dejó a los pies de los caballos reduciendo el dinero que recibían desde los presupuestos del Estado. Sin dejar de decir dos cosas: primero que ese dinero es de todos los españoles y segundo que no consolida empleo estable, es conveniente que recojamos una denuncia hecha por el Grupo Municipal Popular sobre la arbitraria forma de repartir ese dinero de todos y para todos. A la vista de cómo se premian los distritos y barrios gobernados por los socialistas y se castiga a los que están gobernados por los populares, está claro que el dinero es de todos pero no es para todos. Ese sectarismo ha llevado a que mientras el barrio de San Gregorio recibe 722 euros por habitante, el barrio de Juslibol recibe 27 euros por habitante, el de Movera 45 euros por persona, y el de la Venta del Olivar 57 euros…
No voy a ocupar mucho tiempo en analizar políticamente la reorganización que ha hecho Belloch de su equipo, puesto que sólo es una reestructuración para quitarse oponentes de otras familias socialistas y concentrar todo el poder en manos de sus más fervientes amigos, o por lo menos de los que ahora son sus amigos y mentores ya que recordarán que hay muchos casos en los que algunos mandatarios socialistas han sido empapelados por alguno de sus más directos colaboradores y la historia puede repetirse, nadie está libre de ella.