Hoy, festividad del Patrón de España, en la iglesia zaragozana de Santiago la misa ha tenido una solemnidad mayor, pues allí estaban acompañando con sus sones y su colorido los hombres y mujeres del Centro Gallego de Zaragoza, que han querido celebrar -una vez más- su festividad en un espacio dedicado al santo apóstol compostelano, motor de Europa y cuyo camino construyó civilizaciones y reinos. Y al final de esa misa, celebrada por el Vicario General del arzobispado don Julián Ruiz, hemos asistido a un acto entrañable en el que el párroco ha presentado la publicación que se ha hecho sobre «La iglesia de Santiago», construida sobre el trabajo de casi una veintena de fotografos que dirigidos por José Antonio Duce han captado las mil secuencias del ayer perdidas en el espacio infinito de un templo barroco de la categoría de este que nos ocupa. Y en ese libro, junto al responsable de la cofradia y a mosen Pascual Martínez, he tenido el honor de colaborar -invitado por el párroco mosen José Antonio Usán- escribiendo un epílogo en el que me planteo algo que cada vez me preocupa más: no hay que quedarse sólo en el describir, hay que pasar al comprender y al sentir, a recuperar las razones por las que nuestros antepasados hicieron estas iglesias de esta manera y no de otra. He intentado cumplir lo que decía la escritura de la misa de la fiesta del apóstol: «creí y hablé», he intentado plantearme un recorrido emocional por este espacio sacro que va desde esa puerta, frontera con el cielo como dice el Génesis, hasta el mismo altar que es centro del misterio, el punto de conexión con el cielo.
Los caminos que nos llevan desde el mundo (desde esa calle en la que vivimos diariamente) hasta el santuario (el ábside que centra nuestras miradas) van trazando naves que recuerdan la nave del diluvio que navega en el infortunio, siempre salvada por ser la Palabra de Dios. La Cúpula nos llama a caminar hacia el altar, a través de esa luz que inunda el espacio, de esa luz que nos recuerda a los Salmos cuando nos dicen «Él nos ilumina». En el lado del Evangelio, en la nave que encontramos entrando a la derecha, los constructores de este antiguo templo de san Ildefonso nos proponen un itinerario de Conversión que parte del agua del baptisterio y que camina hacia el altar. Y la nave del Evangelio nos habla de María, nos invita a desandar el camino pero seguros de que lo hacemos en la confianza de María de Nazaret, que nos acompaña hacia el mundo de todos los días… Y siempre, peregrinando como es propio del pueblo de Dios, andando este espacio de encuentro con Dios, andando en un tiempo sagrado que nos mejora y nos reconstruye como seres humanos capaces de amar, de comprender, de perdonar, de ayudar… de vivir con el Evangelio.



El año 910 de nuestra era, en esa vieja ciudad romana de León se establecía la corte del reino de Asturias y se sentaban las bases del Reino de León. La autoridad del rey García I se dejaba sentir en todos los rincones, después de la muerte acaecida en los preámbulos de la Navidad de ese año del 910 del rey Alfonso III, condenado a la nada por la traición de sus hijos y de su mujer Jimena de Asturias. Hoy, 1100 años después, la ciudad leonesa celebra ese tiempo de andaduras políticas y traspiés humanos con esa gran exposición que se llama “El legado de un Reino”. Acercarse a ella es abrir la puerta de los inicios de la España medieval, es descubrir que las ciudades también se pueden caminar como si el camino fuera la propia historia. Porque la historia también se escribe desde las plazas, las calles y los monumentos que han resistido al paso del tiempo. La Historia se escribe desde todo aquello que ha resistido el paso de la Historia. Feliz cumpleaños leonés y bienvenido el recuerdo a las raíces de ese reino, que se encerró en las murallas del pasado para abrir puertas al futuro.
Hoy el 21 de julio el calendario cristiano recuerda al profeta Daniel, el de la historia del foso de los leones a donde fue arrojado por seguir fiel a Dios en el reinado del poderoso Darío. Vivió entre el siglo VII y el siglo VI de nuestra era, estuvo entre los cautivos israelitas llevados a Babilonia el año 605 antes de Cristo y dicen que, al terminarse la reconstrucción del templo de Jerusalén, en el año 516, tendría 104 años de edad. Si recorres Jordania sabrás que actualmente hay muchos centenarios, y que esa larga vida todos se la atribuyen al aceite de esas tierras, de calidad extraordinaria y buen compañero desde el desayuno de esas gentes que viven a orillas del Jordán. Para recrear esa imagen del profeta recordamos la renacentista que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina y para recordar la escena de los leones la que hiciera el inglés Briton Riviére en 1890.
Si se acude a la
En el siglo XI, allá por los años de la década de 1070, la familia real aragonesa pone en marcha un importante hospital en el Puerto de Somport, desde el cual se atienda la salud y las necesidades alimenticias de los que peregrinan hacia Compostela. Ese nuevo hospital promociona un nuevo camino, mucho más cómodo que la vieja vía romana de Siresa, y además controla un valle que le permite al rey establecer las aduanas que le convertirán en un monarca muy rico. En el siglo XII el viejo hospital real se potencia como uno de los tres centros más importantes de los caminos del mundo cristiano, y así se vivirá una época de apogeo hasta fines del medievo cuando los monjes responsables de este Hospital de Santa Cristina acaben viviendo en Jaca y desatendiendo su fundación.
Desaparecerán sus ricas reliquias que llamaron la atención de los peregrinos, desaperecerá esa caridad cristiana que daba de comer y les daba aceite para cuidar sus sandalias, desaparecerá la atención al enfermo y el cementerio de peregrinos comenzará a ser invadido por la maleza… Todo es susceptible de ir a peor, cosa que ocurrió cuando en el siglo XVIII cuentan que aquí los pocos monjes que quedaban eran más bandoleros que frailes… 
Ayer se cumplió el primer año de mi elección como Presidente de la Real Academia, por parte de mis compañeros de corporación, antesala para que en el mes de julio el Ministro de Educación del Gobierno de España realizara mi nombramiento oficial como Presidente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza.