Categoría: Ecos

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LA GRAN VIA DE MADRID

Hace veinte años Antonio López pintaba la Gran Vía, realizando un costoso y hermoso cuadro como podeis ver. Hace cien años la inauguraba el rey Alfonso XIII. Hoy los reyes la han recorrido. Pero, por encima de todo y de todos, la Gran Vía es la prueba de que a principios del siglo XX había triunfado el automovil y que las ciudades necesitaban espacios para que ellos fueran captando simpatias y envidias. Que la sociedad gustaba de tener cines grandes en las calles, a cuyas puertas reunirse y compartir encuentros y desencuentros. Que el ser humano gustaba asombrarse contemplando esos anuncios de neón, luces de colores convertidos en mensaje, que nos recordaban las grandes ciudades que algunos privilegiados habían podido ver y que los demás habiamos oido contar. Era la calle de las comunicaciones, la calle de la Telefónica en cuyos locales las telefonistas nos conectaban con medio mundo a través de esas conferencias que abrían esperanzas y asombros. Pero, la ciudad trazaba la Gran Vía, destruyendo más de trescientas casas, para que quedara claro que la nueva arquitectura abandonaba la madera y se hacía consumista del hormigón y del acero, de aquellos compañeros que le permitían subir hasta el cielo de Madrid. La gran ciudad había nacido y todo hablaba de un nuevo lenguaje urbano, aunque lo más llamativo eran los ascensores…, había llegado la hora del ascensor y eso si que era simbolo de riqueza y de poder. Como podemos recordar, en realidad la Gran Vía era la demostración de que habíamos llegado a la modernidad… En realidad, la Gran Vía era la calle que hizoposible contemplar todos los adelantos de ese mundo de principios del siglo XX que bailaba tranquilo y que soñaba con los grandes avances. Feliz aniversario calle de tan buenos recuerdos, aceras del asombro en las que todos hemos conocido historias urbanas que han dado la vuelta al mundo. La Gran Vía es la historia de España.

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Joaquín Costa, los perfiles de un mito…

El pasado sábado, 27 de marzo, me publicó el diario ABC –en el suplemento “Artes y Letras”– un extenso artículo de dos páginas dedicado a la memoria de Joaquín Costa, titulado “Los perfiles de un mito”.

Por ello, copio el texto íntegro así como unos enlaces (1, 2, 3, 4 y 5) para descargar las cinco páginas originales en pdf del especial a la figura de este personaje que ha protagonizado la mayoría de los análisis sobre la modernidad de la realidad española:

JOAQUIN COSTA, LOS PERFILES DE UN MITO

Aunque no haya sido mucha su influencia real en la vida diaria de la España del siglo XX, hay que reconocer que la figura de Joaquín Costa ha protagonizado la mayoría de los análisis sobre la modernidad de la realidad española. Una permanente presencia, del que pronto fue conocido como “El león de Graus”, gestionada desde diferentes enfoques que, al final, han contribuido a convertirlo en una referencia para todos los que querían hablar del problema del campo español, de la necesidad de la educación, o para aquellos que se adentran en la complicada discusión sobre la gestión del agua.

El mito Costa se ha ido construyendo en cada uno de los cuatro grandes modos de enfocar su recuerdo. Primero, en la cercanía de su muerte, desde la visión de su amigo, el grausino Marcelino Gambón, que recupera sus perfiles de hombre empeñado en diseñar el futuro. Un acercamiento entrañable y casi de cronista, acaecido en 1911, que deja paso a la biografía de Luis Antón de Olmet (1917) cuando titula una nueva revisión de la obra del jurista altoaragonés desde la rotundidad del epígrafe “Los grandes españoles. Costa”, con el que lo entiende convertido en un personaje de dimensión nacional. Un personaje al que no se le hace caso, tal y como lo presenta M. Ciges que plantea la visión de “Joaquín Costa, el gran fracasado”. Ya sólo quedaba ensayar la cuarta revisión de lo que había sido el mito altoaragonés, cosa que hace George J. G. Cheyne cuando escribe (1972) su obra sobre de “Joaquín Costa, el gran desconocido”, título del libro que publicó en 1972.

Al final de todo, recuperemos el Costa familiar, el Costa español, el Costa fracasado o el Costa olvidado, lo que hay que preguntarse es sencillamente lo que decía Luis de Zulueta, en el prólogo de la antología de sus obras, cuando se pensaba en voz alta: “He aquí una duda que ha de parecer trágica a todo español. ¿Es España un gran pueblo que no encontró a su hombre, es Costa el gran hombre que no encontró a su pueblo?”. Una incógnita que salpica la leyenda de este español que sufrió el fin de la España universal y que vivió con intensidad su tierra, pues hay que reconocer como señaló (1978) Eloy Fernández Clemente, uno de sus grandes estudiosos, que –a pesar de todo y de todos- “su liderazgo cultural, político, social y moral ante los aragoneses es quizá el mayor que este país ha conocido y aceptado”.

Día a día

SAN BRAULIO DE ZARAGOZA

Hoy, viernes 26 de marzo, es la fiesta de san Braulio que fue un escritor que ha pasado a la historia como uno de los intelectuales más destacados de la España visigoda. Amigo de San Isidoro de Sevilla, al que animó para que escribiera y terminara sus famosas “Etimologias”, la primera enciclopedia del mundo, fue obispo de Zaragoza entre el año 626 y el año 651 en que murió, siendo sucedido por el obispo Tajón. Aparte de algunas obras importantes, lo más notable que nos ha legado es su Epistolario, en el que se incluyen las cartas que se cruza con los reyes y obispos de la España visigoda. Es un santo muy implantado en la vida zaragozana y así podemos recordar su patronazgo sobre la Universidad cesaraugustana y sobre otras instituciones de la ciudad del Ebro y el Pilar.

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Las zaragozanas en la Cincomarzada

Muchas veces es bueno recrear los escenarios históricos para hacernos una idea más certera de los acontecimientos. Y, este acercamiento a los momentos, se puede hacer desde muchas ventanas. Hoy, al hilo de la fiesta de la Cincomarzada, vamos a intentar recuperar las figuras de las mujeres que poblaban las calles y los salones de aquella ciudad del año 1838 que sufrió un ataque carlista el 5 de marzo. Serían como estas que os aporto, con sus trajes a la moda francesa, con sus gorros y sombreros, con la elegancia y distinción que siempre ha tenido la mujer zaragozana a la que gustaba hacer una intensa vida social que tan pronto la llevaba a pasear por el paseo hacia santa Engracia, entonces el naciente Paseo de la Independencia, como a buscar la frescura del Canal en las tardes del verano…

Y, ahora, le toca el turno a vuestra imaginación

           
Por cierto, contaban los zaragozanos que el carlista Cabañero al ocupar la ciudad fue a tomarse un chocolate bien caliente, pero como el ataque lo repelieron los zaragozanos no pudo acabarselo. Años después, en 1840, cuando volvió a Zaragoza le gritaban al pasar: «¡Cabañero, que se te ha enfriado el chocolate!».

Día a día

EL DIA CINCO DE MARZO

Hoy cinco de marzo en Zaragoza recordamos, con la fiesta de la Cincomarzada, el fracaso del ataque de los carlistas a la ciudad en las contiendas que se suceden con ocasión de la Primera Guerra Carlista. Y relacionada con la reina Isabel II, contra la que los carlistas se habían levantado pues consideraban que no podía gobernar, está la segunda efeméride del día y es la concesión a Sevilla, el 5 de marzo de 1847, del Privilegio de feria que abría la posibilidad de que se creara la Feria de Abril. Y en los orígenes de este magno evento, celebrado en el barrio de los Remedios, dos personas fueron las que jugaron el papel de inspiradores: el vasco José María de Ybarra y el catalán Narciso Bonaplata, quienes, de acuerdo con ganaderos y agricultores, ponen en manos del Ayuntamiento de la ciudad el proyecto de la feria más famosa de España. Y nunca mejor dicho, de España y diseñada por gentes de las tierras de España… Treinta años después de crearse, llegaría a sus puertas la propia reina de España acompañada por el alcalde Ybarra.

Hoy también es el día de san Piran de Cornualles, al que celebran los cómicos del mundo, y el día del Misionero en Tahití.

Día a día

ALUMNOS ESCOLAPIOS SOBRE UN ESCENARIO

Compartía con vosotros la vivencia de la conferencia, sobre el peregrino jacobeo, que esta mañana impartía, dentro de una Semana Cultural cuyas fotos podeis ver. Y ahora quiero dejar constancia que, esta tarde, he podido asistir a la puesta en escena de la obra “El camino a Compostela”, creo que se titulaba así, que han construido con espontaneidad y gran acierto los alumnos del Colegio escolapio de Cristo Rey, en Zaragoza. En el Salón de Actos del Centro Río Ebro, en la calle Zambrano, a las siete y media se ha levantado el telón con una música de fondo, en vivo, que nos ha acompañado y muy bien toda la puesta en escena. A ese espacio, con decorados bien trabajados y muy sintéticos, se han ido asomando los alumnos y alumnas que han dado vida a unos peregrinos que compaginaban su tiempo vital con el recuerdo de las obras de Shakespeare. Ha merecido la pena compartir esa hora y media de espectáculo, como estoy seguro que pensará usted si asiste a la sesión de las siete y media en el mismo sitio, mañana jueves 4 de marzo. Detrás de ese logro hay mucho trabajo, esfuerzo de los protagonistas, y sobre todo una decidida apuesta por hacer realidad estas actividades. Hoy son tres las personas que merecen citarse en primera línea: Yolanda, María Jesús y Casilda. Y detrás toda la comunidad educativa del colegio encabezada y muy bien liderada por el director Antonio Iguácen, un buen docente, al que hay que felicitar efusivamente.

Día a día

EL ESPACIO ESCOLAPIO DEL COLEGIO CRISTO REY

Hoy miércoles por la mañana he tenido el placer de compartir unas horas con algunos profesores y alumnos del Colegio “Cristo Rey” de los escolapios, una orden a la que me siento profundamente unido por muchas razones que arrancan desde mis primeros estudios –gracias a Dios, hechos en sus aulas- y pasan por organizar exposiciones sobre su historia, por apoyar al querido y admirado Padre Dionisio Cueva a publicar su Historia de la Orden en Aragón, y por participar en los inmensos beneficios espirituales que me aporta la Carta de Hermandad que me concedieron. Hoy, además era un día especial, era la primera vez que entraba en un espacio escolapio después de que me concedieran el honor de nombrarme Historiador Oficial de la Provincia escolapia de Aragón. Una tarea que es un apasionante reto y que me vincula más a mi querida orden escolapia, a la que debo desde esa letra escolapia que nos enseñó el Padre Pedro Díez –ahora camino de los altares y con una Plaza dedicada en Zaragoza– a esa inquietud por el arte que aprendimos de la mano del Padre Antonio Roldán, un hombre al que Dios concedió el don de la palabra hecha arte y belleza, sentimiento y cercanía. Por todo ello, ha sido una mañana hermosa que quiero compartir contigo, igual que la he compartido con los alumnos a los que he hablado del Camino de Santiago por tierras de Aragón, dentro de una Semana Cultural que es una gozada y que demuestra la vocación y el buen hacer de sus profesores, con su director al frente. Por cierto, con exposición incluida y con un “Pasaporte del peregrino” que yo lo tengo porque me lo han regalado ellos. Gracias hermanos de la gran familia escolapia.

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En Memoria del obispo Belda de Jaca

El 22 de febrero pasado fallecía en Huesca el obispo Juan Ángel Belda Dardiñá, con 83 años de edad y una importante carrera a sus espaldas que le ha llevado a ser profesor de Derecho en Deusto, en el ICADE, obispo de Jaca entre 1978 y 1983, administrador apostólico de Tarazona, y obispo de León, hasta el año 1987, en cuya catedral ha sido enterrado. Lo conocí durante su episcopado jacetano y él fue la persona que me invitó a trabajar en la historia de la diócesis de Jaca y en la organización de su Archivo Diocesano. Hoy, treinta años después, no tengo más que gratitud para este obispo que entendió maravillosamente que era necesario acometer la apertura de los archivos eclesiásticos de Jaca. Y además lo entendió en aquellos años, que no son los de ahora y no estaban tan propicios a estas medidas. El obispo Belda, al que conocí cuando visitó una mañana el Instituto de Jaca en el que yo trabajaba, supo ganarse el afecto y el cariño de todos nosotros.

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Recuperando sensaciones de un mosen ilustrado

Cuando he visto la foto que comparto con vosotros, me han venido a la mente un sinfín de sentimientos que bien pudieran acercarnos a lo que pudiera pensar mosen Martín, el viejo rector de la iglesia de Lárrede, que gastaba los días de su vida, las horas de ese año en el que contaban los trajineros, mercaderes de quesos, había sucedido –líbrenos Señor- la decapitación de los reyes de los franceses. Y con el miedo en el cuerpo, allí, perdido de la civilización, en esos paisajes que recreaban la vista y que aportaban a la mesa obsequios tan suculentos como las peras limoneras del camino a Senegüé, el buen cura cubría las horas entre liturgias, conversaciones, trabajos, rezos, paseos y recuerdos…

En aquella mañana, seguro que su mente estaba lejos, con su mirada fija en el horizonte y la brisa en la cara. Su cabeza no paraba de dar vueltas sobre la carta que había salido en el correo de Biescas hacia el Palacio del Obispo de Jaca, esa carta en la que le pedía al obispo permiso para poder usar una peluca que le protegiera del frío invierno del Serrablo. Y mientras esperaba la respuesta, esa mañana seguía asomado a la vieja ventana de la casa prioral, observando cómo la niebla comenzaba a levantar sobre el valle, sabía que pronto se podría ver el río que custodiaba esas magnificas truchas que le traía el sacristán.

Al fondo, la nieve manchaba las praderas lejanas y abajo, en el verde de la era de los López de Isabal, los señores del lugar, pastaban las vacas recreando la aburrida cotidianidad… Se atisbaba la primavera y ya estaba en la falsa aireándose el jamón que le ayudaría a pasar un largo año de días largos y noches de soledad. Mientras tanto, a espaldas de su cuarto, al norte, crecía el miedo ante aquellos salvajes que cortaban cabezas y que iban levantando polvo y lodo en los caminos que bajaban hasta los Pirineos… Pero, pronto serían las ocho y la campana del enhiesto campanario estaba presurosa de soltar a la brisa de la mañana los sonidos rotundos de sus metales, la voz que llamaba hacia esa iglesia que había que retejar porque desde el invierno de la gran nevada no había caminado por sus tejados un triste maestro de obras.

Día a día

EL CHICLE SE PATENTÓ HACE CIENTO CUARENTA AÑOS

Hoy es el día de los Santos Inocentes y por eso voy a compartir con vosotros una información, que para alguno será una broma propia de esta festividad que recuerda la antigua Fiesta de los Locos. Y os digo que resulta curiosa por ser una de esas cosas de las que normalmente nunca hay referencias. Me refiero a que hoy hace 140 años se patentó el chicle y lo hizo William Simple, un dentista de Mount Vernon, en Ohio, que buscaba mantener los dientes limpios con una goma que tuviera sabor al masticar. Y esta golosina abría con ello una nueva etapa en su historia, que le llevaría a ser la más demandada y la que concilió mayores criticas de los colegas del dentista de Ohio, defensores de la idea de que es nocivo el hábito de masticar chicle. Eso ocurría el 28 de diciembre de 1869, pero para entonces el chicle ya tenía una larga trayectoria que se remonta a los primeros tiempos. Os lo podéis creer o no, incluso podéis carcajearos si os digo que los hombres prehistóricos ya masticaban resinas, por ejemplo la dulce de abedul, como vemos en un trozo que conserva la marca de los dientes de un adolescente de la actual Suecia hace nueve mil años. Por cierto, los griegos dicen que masticaban resinas de un árbol llamado mastic, también dicen que los indios masticaban resina del abeto y que los primeros colonos ingleses hicieron una goma de mascar con cera de abejas y la resina del abeto. Y ahora cada uno que crea lo que quiera.
Bueno, Feliz día de los Santos Inocentes.