Día a día

LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN LOS AÑOS DE 1930

LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN LOS AÑOS DE 1930
No paramos de oír como los periodistas nos cuentan que es importante recordar la actuación de la Iglesia en el tiempo de los conflictos, pero nunca cuentan que la República mató a sangre fría a muchos españoles sólo por ser cristianos y en el ejercicio más intolerante de la democracia que ellos pregonaban. Todas las muertes deben ser condenadas, pero todas por igual y no unas si y otras no. Como estoy hasta las narices de leer mentiras y notas sesgadas recupero un texto muy conocido de estos asuntos y que no tiene desperdicio. Hay que leerlo y asumir que todas las muertes son deleznables.
El ministro de la II República Española, don Manuel Irujo (que fue ministro sin cartera de septiembre de 1936 a mayo de 1937 en los dos Gobiernos de Largo Caballero y ministro de Justicia en el de Negrín 18 de mayo de 1937), es el autor de un documento que explica la persecución religiosa en España, que fue presentado al Consejo de Ministros, y que dice así:
La situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente:
a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio.
b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido.
c) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron.
d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aun han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales.
e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos, llevando a cabo -los organismos oficiales los han ocupado en su edificación obras de carácter permanente
f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos.
g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso.
h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerda.