Ecos

EL FUEGO DE SAN TELMO

Les decía que este santo estaba muy vinculado a los marineros y que dio nombre al el famoso Fuego de san Telmo que, físicamente, es un resplandor brillante blanco-azulado, que en algunas circunstancias tiene aspecto de fuego, a menudo en dobles o triples chorros surgiendo de estructuras altas y puntiagudas como los mástiles de los barcos.

Y es cierto que es en los mástiles donde se observa este símil de fuego durante las tormentas eléctricas en el mar, un resplandor que estudió Benjamin Franklin y aclaró –en 1749- que era de naturaleza eléctrica. Lo cual no cambió en nada la sensación que producía en los marineros que se encomendaban al santo en aquellos complicados momentos de las tormentas.

Y de este fuego, tan famoso en la historia y en la literatura, que puede incluso aparecer en las puntas de los cuernos del ganado durante las tormentas eléctricas, tenemos abundantes menciones literarias como las que hace Julio César, en su obra De Bello Africo, Plinio el Viejo en su Historia Natural o el propio Julio Verne cuando, en su Viaje al centro de la Tierra, escribe: Silencio general. El viento calla. La naturaleza no respira. Parece muerta. A lo largo del mástil empiezan a centellear débilmente los fuegos de San Telmo; la vela cae en pesados pliegues…

San Telmo, santo del santoral, barrio de Buenos Aíres, Museos de España, Real Academia de Málaga… toda una devoción extendida y consolidada desde el medievo.