Oposición constructiva

El robo de las tablas de Siresa

Este viaje que me permitió volver a compartir un rato con mosen Regino Alastrué, lo he realizado para acercarme a Siresa con el fin de participar en el redaje de un programa de Informe Semanal, en el que me habían pedido colaborar como estudioso del Patrimonio Cultural. Un informe que hablará de Eric el Belga y los robos que realizó en tierras altoaragonesas entre los meses de agosto y diciembre de 1979, comenzando con las tablas de San Pedro de Siresa y concluyendo con el destrozo que se cometió en la antigua catedral de Roda de Isábena, resultado del cual se produjo la destrucción y el despiece de la Silla de San Ramón, un atentado al arte y al sentido común que yo nunca le podré perdonar ni como ciudadano ni como estudioso del arte, aunque otros responsables le hayan podido perdonar, supongo que solamente guiados por la caridad evangélica.

Recordando un poco aquel suceso, podemos decir que ocurrió en los finales del verano de 1979, aunque por la distancia algunos apuestan por ubicarlas en una noche de agosto y otros en la del 11 de septiembre. Esa noche o esa madrugada se robaron parte de unos retablos góticos que se desmontaron por la banda, aunque tuvimos suerte pues no pudieron llevarse todo lo desmontado por la presencia de algún vecino en los alrededores. Unos años después, en enero de 1982 fue detenido Eric el Belga en Sitges y en noviembre de 1983 se expusieron en Madrid las obras recuperadas a esta banda de ladrones de obras de arte, algunas de las cuales se recuperaron en Alemania y otras de esta población en Valencia. De las tablas robadas de los retablos de Siresa se recuperan todas menos dos de la predela del retablo de San Juan Evangelista, obra de Blasco de Grañén en torno al año 1450 y dedicadas a santa Catalina y santa Lucía.

Y dados estos datos escuetos, que nos vienen muy bien para recordar el suceso que conmovió al mundo cultural, podemos reafirmarnos en la calificación de este suceso como inaceptable, bárbaro y sin posibilidad de ser justificado aunque –en estos años últimos- algunos protagonistas del suceso hayan alegado que hoy están salvados y restaurados porque antaño se robaron. La realidad demuestra que esto no se puede aceptar, que lo cierto es que piezas altomedievales y únicas que estaban integras hoy están rotas, destrozadas salvajemente. Y la realidad nos demuestra que hay retablos en los que faltan tablas que antes estaban, antes de que fueran robadas para meterlas en el mercado del arte. Aunque, como consecuencia del impacto que produce el robo, posteriormente a su recuperación se restauren las tablas y se adecue su presentación, no debemos aceptar esta infantil excusa. Y lo digo incluso desde mi condición de ser el primer director general de Cultura y Patrimonio que acometió la restauración de las tablas góticas de Siresa el año 1998. La verdad es que este robo de las tablas de Siresa nos sigue enfrentando con un acontecimiento lamentable, de los que nunca tuvieron que ocurrir, razón por la que volveremos a hablar del asunto.