El pasado martes, 20 de enero, el Teatro Principal se llenó hasta la bandera para dar calor al homenaje que se le hacía a uno de nuestros aragoneses universales, a Miguel Fleta, en el LXXI aniversario de su muerte. Miguel Ángel Santolaria, tenor lírico y Presidente de la Asociación Amigos de la Música, nos dio unas pinceladas sobre lo que supuso la figura y la voz de este tenor oscense, con gracia y con toda la solemnidad que el acto merecía, para dar paso a la segunda parte en la que oímos al tenor Santiago Sánchez Jericó, a la soprano María de Félix, al barítono Luis Romero, al pianista Juan Antonio Álvarez Parejo, al Coro del Colegio de Médicos y a dos parejas del Ballet folklórico “Raíces de Aragón”. Dos horas intensas en las que no faltaron las imágenes que nos recordaban la figura de Fleta, su mundo y las personas que lo hicieron posible. Dos horas en las que su voz volvió a oírse en este espacio hermoso de la ciudad de Zaragoza, como lo hizo en la Expo2008 con ocasión del Día de la Comarca del Cinca.
Tengo que decir que disfruté y que no pueden faltar actos como este, en el que los aragoneses seguimos manifestando nuestro respeto por la memoria de nuestro tenor de Albalate de Cinca. Pero, también debo decir que me acerqué al teatro para acompañar a otro tenor zaragozano, a Santiago Sánchez Jericó, que lleva treinta años de profesión a la espalda desde que debutó, en 1979, en el Teatro Colón de Buenos Aires. Para acompañar y ayudar a un ilustre académico que se me quejaba en una carta, escrita hace pocos días, de no haber tenido ningún apoyo por parte del Área de Cultura del Ayuntamiento y haber tenido que hacer el concierto con el sólo apoyo de los ciudadanos que sacamos las entradas pagando 10 euros. Es decir, que este tenor –que dice ser el único tenor profesional que hay en Aragón ahora mismo- tuvo que alquilar el teatro como nos cuenta en una entrevista reciente.
No se entiende bien que muchos de nuestros artistas, como este tenor de larga trayectoria, no tengan ni el más mínimo apoyo de subvencionarles la ridiculez del programa de mano cuando a otros artistas, generalmente de fuera, se les da cobertura muy amplia. No es buen camino dejar de apoyar a los nuestros, porque ese es el primer paso para lograr que Aragón no tenga una intensa actividad creadora propia, nuestra, que nos defina, que nazca de nuestra propia civilización. Es lamentable que, además de muchos otros, hayamos olvidado que Goya ya tuvo que marcharse de aquí hace más de dos siglos.